las distintas escuelas gnósticas, pero en la cual revela incidentalmente su propia teología. Educado en la tradición del Asia Menor y pasando su madurez en la Galia, Ireneo era un eslabón no sólo entre porciones distantes del imperio, sino entre la teología primitiva de la literatura juanina e ignaciana y las nuevas presentaciones que estaban introduciendo los apologistas y el movimiento “católico” de sus días. Hombre de profundo espíritu religioso, estaba interesado primordialmente en la salvación.
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